El primer propietario fue Moisés Navajas, posteriormente el predio pasó a ser propiedad del Sr. León Rengel Martínez. Esta edificación se construyó como casa de campo de la Familia Navajas (para ese entonces se encontraba en las afueras de la ciudad). Actualmente es un edificio que forma parte de la imagen de la ciudad, los detalles dan identidad a cada uno de los ambientes, aquellos han conservado una gran riqueza en la decoración y la ornamentación.
El Castillo Azul es uno de los patrimonios de Tarija, sobre el cual se entrelazan diversas leyendas del pueblo y su propietario. Se dibujan cuadros y se crean versos con esta obra arquitectónica que capta la atención de las personas propias del lugar como también de turistas que pasan por ahí. El Castillo Azul está sobre la calle Bolívar y perteneció a don Moisés Navajas (comerciante con riquezas en Tarija) en el Siglo XIX. El edificio fue construido inmediatamente después de terminar la Casa Dorada, en aquella época de impulso económico. El Castillo Azul tenía un gran parque al lado, que llegaba hasta lo que es hoy la Facultad de Odontología. Esta infraestructura fue diseñada y construida por los hermanos Camponovo, y cumplía las funciones de casa de campo, porque estaba rodeada de jardines y plantas traídas de diferentes partes del mundo, que fueron encomendadas por los esposos Navajas. El actual propietario del Castillo Azul es León Rengel Martínez, desde 1966, es decir, hace 44 años. El inmueble lo adquirió de la señora Luz Morales Echazú, quien tenía cierto parentesco con la familia Navajas y obtuvo el Castillo por herencia. En aquella ocasión, el Castillo fue vendido en 150 mil bolivianos, lo que incluía todo el inmueble. Durante 10 años, el actual propietario se ocupó de restaurar todo el Castillo debido a la falta de material de acabado fino en Tarija. Cuando la obra estuvo terminada se reinauguró mediante una exposición de libros de autores tarijeños. Los arreglos y el pintado del Castillo los paga León Rengel de manera personal. No quiso dar detalles de los gastos porque es parte de su cariño a favor del patrimonio de Tarija, ya que representa algo único en su vida. Es por eso que lo llama la “joyita”. En este sentido, es que no tiene pensado vender el Castillo o convertirlo en un museo, aunque le ofrecieran una gran cantidad de dinero. Pero está presto a ceder sus espacios para realizar actividades culturales en sus salas, como presentaciones de libros. Hasta hoy, aunque antes era más común, las personas que venían del campo a la ciudad, se persignaban al pasar frente al Castillo Azul. “A veces incluso tocaban la puerta y preguntaban a qué hora se oficiará misa en esta iglesia”, cuenta León Rengel, el actual propietario, quien compró el Castillo Azul en 1966 a la cuñada de Moisés Navajas, quien mandó construir la infraestructura en 1905. “Debe haberse iniciado la construcción y terminado en 1910 más o menos”, explica Rengel. “Parece que construyó el Castillo Azul con materiales que sobraron de la construcción de la Casa Dorada”, comenta León Rengel a tiempo de enumerar las modificaciones que fue haciendo él a la infraestructura, una vez comprada. Básicamente buscaron preservar y restaurar la esencia del castillo.
Este predio constantemente es sometido a mantenimiento y se trata de conservar el diseño original mediante fotografías. Hay cosas intactas, como algunas puertas, y cuadros de pintura. Por ello es que Rengel recibió reconocimientos a nivel internacional (plaquetas desde Perú, Colombia, entre otros), por preservar el Castillo Azul. “El Castillo es un atractivo único de Tarija. Los países europeos tienen sus castillos y los saben preservar, lo mismo ocurre en Tarija. Esta obra es interesante porque tiene sus singularidades especiales”. El piso original era de ladrillo y las paredes estaban pintadas con lo que se denominaba pintura al temple, que se trataba de pinturas naturales. Hoy el piso es de mosaicos y mármol que encaja muy bien en el ambiente que tiene el interior del castillo, por lo que parecería que fue el piso original. Las habitaciones están empapeladas en colores diferentes y cada una tiene su propia personalidad. Al ingreso hay una antesala en la que llaman la atención dos pinturas firmadas por Camponovo, éstas se han conservado muy bien. A la izquierda hay una pequeña salita que hace las veces de escritorio. Al centro está la sala principal de la planta baja en la que destaca el color azul de los sillones. Y del lado derecho hay otra pequeña salita que sirve de biblioteca. En la parte superior existen la misma cantidad de habitaciones, una pequeña en la que se conservan recuerdos de eventos realizados en el Castillo Azul y al centro hay un salón comedor con muebles estilo Luis XV en tonos palo de rosa y dorado que le dan mucho brillo al lugar. En la actualidad, los techos tienen características similares a los de la Casa Dorada, las pinturas son reproducciones de las pinturas originales que fueron hechas en lienzos. Las actuales fueron hechas directamente en la loza del techo o pintadas en lienzo y colocadas con la ayuda de marcos. El autor de estas reproducciones que buscaron imitar las originales fue Luis Pedraza.
El actual propietario es don León Rengel Martínez, quien se dedica al negocio del comercio externo e interno, hotelería e industria de cerámica. Él vive en este lugar junto a su familia, integrada por doce personas, quienes utilizan los ambientes de manera privada. En realidad la casa es privada, pero pueden visitarla turistas, previa coordinación con el dueño. Es decir, que reciben grupos visitantes, no todos los días, porque el Castillo no está abierto al público.
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